miércoles, abril 07, 2021

TIEMPOS COMUNEROS EN EL BIERZO. 500 AÑOS DEL LEVANTAMIENTO.



TIEMPOS COMUNEROS EN EL BIERZO.

Por Javier Lago Mestre.

Se celebra el 500 aniversario de la revuelta de los Comuneros de Castilla. Esta conmemoración estimula las investigaciones históricas sobre las repercusiones de este levantamiento contra la política imperial del rey Carlos I. Por supuesto, en territorios periféricos y rurales es más difícil analizar los acontecimientos comuneros, caso de la región de El Bierzo. La escasa documentación conservada nos permite una aproximación histórica.

                A fines del siglo XV los Reyes Católicos sometieron a la nobleza gallega. El año 1486 supone la derrota del conde de Lemos en El Bierzo ante el ejército real. De inmediato la Corona divide el condado de Lemos, y segrega sus territorios bercianos que forman el nuevo marquesado de Villafranca, bajo el control de los condes de Benavente. La Corona compra la villa de Ponferrada que queda bajo la dirección de los sucesivos corregidores reales. Además se reorganiza El Bierzo mediante la creación de la respectiva provincia, como ámbito de aplicación de las políticas (fiscal, militar, judicial, etc).  El conde de Lemos ocupa Ponferrada otra vez en 1507, pero es derrotado por el ejército castellano bajo el mando del conde de Benavente y el duque de Alba, ambos con intereses sobre el marquesado.

                      La alta nobleza gallega sintió la amenaza del levantamiento comunero de Castilla. De ahí la asamblea señorial de Melide (diciembre de 1520), donde están presentes la condesa de Lemos, el marqués de Astorga y el conde de Benavente ente otros (Joseph Pérez, 2001). En esta junta noble se aprobaron varias demandas que se presentaron ante el rey Carlos I. Destacamos que entre ellas la de poner gente armada en el castillo de Ponferrada, “para la buena guarda de este Reyno”, por ser considerada la porta de Galicia. El rey ordena establecer 30 peones y un jefe en Ponferrada (marzo de 1521). La villa del Sil se consideró agraviada, porque “esta villa siempre está y estará en muy leal servicio de sus majestades”. La villa temía tener que pagar esos nuevos gastos militares.



                La rebelión comunera de Castilla tuvo un sesgo antiseñorial. Ponferrada rechazó los intentos del marqués de Villafranca de controlar la villa realenga. El marqués de Villafranca pretendió un privilegio real de tener regidores en el gobierno municipal (diciembre de 1520). La villa reaccionó ante esta donación real por considerarlo un ataque a sus privilegios locales. Por eso protestó, y el rey acabó reconociendo los derechos de Ponferrada en 1522 (V. Fernández Vázquez, 2009). Posteriormente, los marqueses de Villafranca consiguieron comprar la alcaidía del castillo y la gestión del impuesto de las alcabalas de Ponferrada, aprovechando las penurias financieras de la Corona, y ante la oposición de la villa.        

                Los marqueses de Villafranca eran los grandes nobles de El Bierzo y abusaron de su poder señorial.  La ejecución de la justicia real en la región chocó con los intereses señoriales. Los marqueses elaboraron un memorial contra la actuación del Consejo real, y también remitieron carta al presidente de la Audiencia de Galicia para influir en sus pleitos contra los monasterios. Finalmente los marqueses  recurrieron a pedir ayuda directa al propio rey Carlos I (mayo de 1522). La Corona actuó de árbitro en las disputas entre los sectores aliados. Así aconteció cuando el marqués de Astorga estableció ferias en Astorga que entraron en competencia comercial con las de Villafranca, Cacabelos y Benavente, intervenidas por sus señores respectivos (1520) (Archivo General Simancas).

                Los comuneros mostraron su malestar por los abusos de los corregidores reales. Ponferrada tenía corregidores, desde 1486, que controlaban el regimiento y el concejo general de vecinos. Unos corregidores gozaron del apoyo ponferradino y otros no. Esta villa  denunció que no se había hecho el preceptivo juicio de residencia (control administrativo) a su corregidor (febrero de 1520). En la concesión del corregimiento al ldo. Ruy Díaz Cerón, la villa le denunció por dejar delitos sin castigo y  mala gestión de las cuentas de las penas de cámara (1522) (AGS).    

La política imperial de la Corona de Castilla supuso un aumento considerable de la fiscalidad real. Tengamos en cuenta que los bercianos también tenían que pagar otros impuestos, caso de los señoriales, eclesiales (diezmos) y concejiles. El Bierzo mostró su rechazo a los nuevos servicios que se fijaban por las Cortes de Castilla. Esto aconteció con los servicios reales de los años 1520 y 1521. “Y porque a cabsa de se pedir el dicho servicio la dicha tierra está algo escandalizada y se teme que si la cobranza va adelante se lebantara (…) que no cobre el dicho servicio porque desta manera la dicha tierra estará pacífica y sin alteración” (AGS). La propia marquesa de Villafranca pide que no se cobren los servicios demandados por el regidor de León “porque desta manera la dicha tierra estará pacífica y sin alteración”. La villa de Ponferrada alega que “siempre estuvieron con toda la comarca e provincia en la pacificación y leal obediencia e servicio  que a su majestad debemos” (julio de 1521).  Textos que se refieren claramente a resistencias antifiscales en la provincia berciana.



El ambiente antiseñorial comunero tuvo sus antecedentes en El Bierzo. Esto aconteció con las resistencias de los renteros a los pagos en el monasterio de S. Andrés de Espinareda (1519). El Consejo Real ordenó al corregidor de Ponferrada “para que asistiesen a los monjes en la administración de su patrimonio” (J. García Oro, 2008). Otro tanto aconteció con las protestas campesinas en el monasterio de Carracedo. Sus renteros recurrieron ante los tribunales contra el pago de los cuartos y quintos por roturación de montes (años 1523 y 1524) y presionaron con la rebelión generalizada en 1512 (J.A. Balboa de Paz, 1991). La parcial justicia real defendió el secular régimen señorial que favorecía a sus aliados políticos, a saber, la nobleza laica y eclesiástica (monasterios, obispos y párrocos).  

La conflictividad social generalizada se percibe también en la provisión real a las justicias de Galicia y Ponferrada para que prendan a delincuentes del marquesado de Villafranca y lugares de Carracedo (1519). La entrada de dicho corregidor en términos del monasterio de s. Pedro de Montes, en persecución de delincuentes, provoca el rechazo del arcediano del Bierzo (1521). Finalmente, la derrota comunera tuvo consecuencias en El Bierzo, “algunos hombres se han puesto y andan a robar por esto puertos y montes, e los caminantes y personan que pasan”. Por eso se demanda la intervención del corregidor de Ponferrada, “y dello han venido noticia e información al dicho corregidor, y por si fueren de su jurisdicción para poderlos castigar e tener seguros”. Incluso se pretende ampliar la jurisdicción del corregidor, “piden provisión para que pueda seguirlos en cualquier jurisdicción”, incluidos los vecinos territorios señoriales (J. García Oro, 2008 y AGS).



                La revuelta comunera tuvo un protagonismo urbano. Sin embargo, en El Bierzo las villas eran pequeñas, con escasa burguesía y artesanos, y estaban controladas por los poderes señoriales. Conviene ver la reacción de las dos principales villas ante la rebelión castellana. Ponferrada estaba controlada por el corregidor real, y  ya en septiembre de 1520, el regimiento prometió obediencia real. Ponferrada manifestó sus inquietudes al propio Carlos I. Así se “suplica a Vuestra Majestad que pues las disensiones son tantas en estos reinos, todas se remediarán con la venyda de VM al venga a ellos lo más presto que se pudiere, los quales son de calidad que viniendo estarán tan llanos como quando vyno a ellos y podrán seguir con los que los han levantado y alboratado” (AGS).  El apoyo de Ponferrada a la Corona propició ventajas, casos de la concesión de regidores perpetuos, ferias y mercados, de dos jueces, acuñación de tarjas, etc (V. Fernández Vázquez, 2009). Por su parte, Villafranca, durante la visita real a Galicia (1520), se manifestó a favor del pronto regreso de Carlos I y la celebración de Cortes en Castilla (José María Luengo y Martínez). Estos dos poderes locales bercianos, muy mediatizados por los respectivos oficiales mayores, real y señorial, proponen la resolución del conflicto con la presencia del rey en Castilla (1520).

                En la derrota comunera participaron los grandes señores. No fue el caso del viejo conde de Lemos que murió en 1521. El conde de Luna, con posesiones en el norte de El Bierzo, ante la presión comunera, huyó de León a Medina de Rioseco (Eloy Díaz-Jiménez Molleda). El obispo de Astorga, en un documento de 1521, indica al rey que estaba preparando “fuerzas para servirle” cuando se enteró de la victoria realista (AGS). Otros nobles intervinieron directamente en las operaciones militares anticomuneras. Fueron los casos de los condes de Benavente y Alba de Aliste (señor de Bembibre), los marqueses de Astorga y los vizcondes de Valduerna (emparentados con los marqueses  de Villafranca). Tras la victoria de Villalar la nobleza realista demandó de inmediato nuevas mercedes a Carlos I (mayo de 1521). Por lo que se refiere a los marqueses de Villafranca, no participaron en la guerra de las Comunidades, ya que acompañaban al rey Carlos I a la coronación imperial en Aquisgran (1520). Posteriormente, las buenas relaciones de don Pedro de Toledo con la Corona le facilitaron el nombramiento como virrey de Nápoles (1532) (C.J. Hernando Sánchez, 1994).

 

O Bierzo, abril de 2021.



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