TIEMPOS COMUNEROS EN EL BIERZO. 500 AÑOS DEL LEVANTAMIENTO.
TIEMPOS
COMUNEROS EN EL BIERZO.
Por Javier Lago
Mestre.
Se celebra el
500 aniversario de la revuelta de los Comuneros de Castilla. Esta conmemoración
estimula las investigaciones históricas sobre las repercusiones de este
levantamiento contra la política imperial del rey Carlos I. Por supuesto, en
territorios periféricos y rurales es más difícil analizar los acontecimientos
comuneros, caso de la región de El Bierzo. La escasa documentación conservada
nos permite una aproximación histórica.
A fines del siglo XV los Reyes
Católicos sometieron a la nobleza gallega. El año 1486 supone la derrota del
conde de Lemos en El Bierzo ante el ejército real. De inmediato la Corona
divide el condado de Lemos, y segrega sus territorios bercianos que forman el
nuevo marquesado de Villafranca, bajo el control de los condes de Benavente. La
Corona compra la villa de Ponferrada que queda bajo la dirección de los
sucesivos corregidores reales. Además se reorganiza El Bierzo mediante la
creación de la respectiva provincia, como ámbito de aplicación de las políticas
(fiscal, militar, judicial, etc). El
conde de Lemos ocupa Ponferrada otra vez en 1507, pero es derrotado por el
ejército castellano bajo el mando del conde de Benavente y el duque de Alba,
ambos con intereses sobre el marquesado.
La alta nobleza gallega sintió la amenaza del
levantamiento comunero de Castilla. De ahí la asamblea señorial de Melide
(diciembre de 1520), donde están presentes la condesa de Lemos, el marqués de
Astorga y el conde de Benavente ente otros (Joseph Pérez, 2001). En esta junta
noble se aprobaron varias demandas que se presentaron ante el rey Carlos I.
Destacamos que entre ellas la de poner gente armada en el castillo de
Ponferrada, “para la buena guarda de este Reyno”, por ser considerada la porta
de Galicia. El rey ordena establecer 30 peones y un jefe en Ponferrada (marzo
de 1521). La villa del Sil se consideró agraviada, porque “esta villa siempre
está y estará en muy leal servicio de sus majestades”. La villa temía tener que
pagar esos nuevos gastos militares.
La rebelión comunera de Castilla tuvo un sesgo antiseñorial. Ponferrada
rechazó los intentos del marqués de Villafranca de controlar la villa realenga.
El marqués de Villafranca pretendió un privilegio real de tener regidores en el
gobierno municipal (diciembre de 1520). La villa reaccionó ante esta donación
real por considerarlo un ataque a sus privilegios locales. Por eso protestó, y
el rey acabó reconociendo los derechos de Ponferrada en 1522 (V. Fernández
Vázquez, 2009). Posteriormente, los marqueses de Villafranca consiguieron comprar
la alcaidía del castillo y la gestión del impuesto de las alcabalas de
Ponferrada, aprovechando las penurias financieras de la Corona, y ante la
oposición de la villa.
Los marqueses de Villafranca
eran los grandes nobles de El Bierzo y abusaron de su poder señorial. La ejecución de la justicia real en la región
chocó con los intereses señoriales. Los marqueses elaboraron un memorial contra
la actuación del Consejo real, y también remitieron carta al presidente de la
Audiencia de Galicia para influir en sus pleitos contra los monasterios.
Finalmente los marqueses recurrieron a
pedir ayuda directa al propio rey Carlos I (mayo de 1522). La Corona actuó de
árbitro en las disputas entre los sectores aliados. Así aconteció cuando el
marqués de Astorga estableció ferias en Astorga que entraron en competencia
comercial con las de Villafranca, Cacabelos y Benavente, intervenidas por sus
señores respectivos (1520) (Archivo General Simancas).
Los comuneros mostraron su
malestar por los abusos de los corregidores reales. Ponferrada tenía
corregidores, desde 1486, que controlaban el regimiento y el concejo general de
vecinos. Unos corregidores gozaron del apoyo ponferradino y otros no. Esta
villa denunció que no se había hecho el preceptivo
juicio de residencia (control administrativo) a su corregidor (febrero de
1520). En la concesión del corregimiento al ldo. Ruy Díaz Cerón, la villa le
denunció por dejar delitos sin castigo y mala gestión de las cuentas de las penas de
cámara (1522) (AGS).
La política imperial
de la Corona de Castilla supuso un aumento considerable de la fiscalidad real.
Tengamos en cuenta que los bercianos también tenían que pagar otros impuestos,
caso de los señoriales, eclesiales (diezmos) y concejiles. El Bierzo mostró su
rechazo a los nuevos servicios que se fijaban por las Cortes de Castilla. Esto
aconteció con los servicios reales de los años 1520 y 1521. “Y porque a cabsa
de se pedir el dicho servicio la dicha tierra está algo escandalizada y se teme
que si la cobranza va adelante se lebantara (…) que no cobre el dicho servicio
porque desta manera la dicha tierra estará pacífica y sin alteración” (AGS). La
propia marquesa de Villafranca pide que no se cobren los servicios demandados
por el regidor de León “porque desta manera la dicha tierra estará pacífica y
sin alteración”. La villa de Ponferrada alega que “siempre estuvieron con toda
la comarca e provincia en la pacificación y leal obediencia e servicio que a su majestad debemos” (julio de 1521). Textos que se refieren claramente a
resistencias antifiscales en la provincia berciana.
El ambiente
antiseñorial comunero tuvo sus antecedentes en El Bierzo. Esto aconteció con
las resistencias de los renteros a los pagos en el monasterio de S. Andrés de
Espinareda (1519). El Consejo Real ordenó al corregidor de Ponferrada “para que
asistiesen a los monjes en la administración de su patrimonio” (J. García Oro,
2008). Otro tanto aconteció con las protestas campesinas en el monasterio de
Carracedo. Sus renteros recurrieron ante los tribunales contra el pago de los
cuartos y quintos por roturación de montes (años 1523 y 1524) y presionaron con
la rebelión generalizada en 1512 (J.A. Balboa de Paz, 1991). La parcial
justicia real defendió el secular régimen señorial que favorecía a sus aliados
políticos, a saber, la nobleza laica y eclesiástica (monasterios, obispos y
párrocos).
La conflictividad social
generalizada se percibe también en la provisión real a las justicias de Galicia
y Ponferrada para que prendan a delincuentes del marquesado de Villafranca y
lugares de Carracedo (1519). La entrada de dicho corregidor en términos del
monasterio de s. Pedro de Montes, en persecución de delincuentes, provoca el
rechazo del arcediano del Bierzo (1521). Finalmente, la derrota comunera tuvo consecuencias
en El Bierzo, “algunos hombres se han puesto y andan a robar por esto puertos y
montes, e los caminantes y personan que pasan”. Por eso se demanda la
intervención del corregidor de Ponferrada, “y dello han venido noticia e
información al dicho corregidor, y por si fueren de su jurisdicción para
poderlos castigar e tener seguros”. Incluso se pretende ampliar la jurisdicción
del corregidor, “piden provisión para que pueda seguirlos en cualquier
jurisdicción”, incluidos los vecinos territorios señoriales (J. García Oro,
2008 y AGS).
La
revuelta comunera tuvo un protagonismo urbano. Sin embargo, en El Bierzo las
villas eran pequeñas, con escasa burguesía y artesanos, y estaban controladas
por los poderes señoriales. Conviene ver la reacción de las dos principales
villas ante la rebelión castellana. Ponferrada estaba controlada por el
corregidor real, y ya en septiembre de
1520, el regimiento prometió obediencia real. Ponferrada manifestó sus
inquietudes al propio Carlos I. Así se “suplica a Vuestra Majestad que pues las
disensiones son tantas en estos reinos, todas se remediarán con la venyda de VM
al venga a ellos lo más presto que se pudiere, los quales son de calidad que
viniendo estarán tan llanos como quando vyno a ellos y podrán seguir con los
que los han levantado y alboratado” (AGS). El apoyo de Ponferrada a la Corona propició
ventajas, casos de la concesión de regidores perpetuos, ferias y mercados, de
dos jueces, acuñación de tarjas, etc (V. Fernández Vázquez, 2009). Por su
parte, Villafranca, durante la visita real a Galicia (1520), se manifestó a
favor del pronto regreso de Carlos I y la celebración de Cortes en Castilla
(José María Luengo y Martínez). Estos dos poderes locales bercianos, muy
mediatizados por los respectivos oficiales mayores, real y señorial, proponen
la resolución del conflicto con la presencia del rey en Castilla (1520).
En la derrota comunera
participaron los grandes señores. No fue el caso del viejo conde de Lemos que murió
en 1521. El conde de Luna, con posesiones en el norte de El Bierzo, ante la
presión comunera, huyó de León a Medina de Rioseco (Eloy Díaz-Jiménez Molleda).
El obispo de Astorga, en un documento de 1521, indica al rey que estaba
preparando “fuerzas para servirle” cuando se enteró de la victoria realista
(AGS). Otros nobles intervinieron directamente en las operaciones militares
anticomuneras. Fueron los casos de los condes de Benavente y Alba de Aliste
(señor de Bembibre), los marqueses de Astorga y los vizcondes de Valduerna
(emparentados con los marqueses de
Villafranca). Tras la victoria de Villalar la nobleza realista demandó de
inmediato nuevas mercedes a Carlos I (mayo de 1521). Por lo que se refiere a
los marqueses de Villafranca, no participaron en la guerra de las Comunidades,
ya que acompañaban al rey Carlos I a la coronación imperial en Aquisgran (1520).
Posteriormente, las buenas relaciones de don Pedro de Toledo con la Corona le
facilitaron el nombramiento como virrey de Nápoles (1532) (C.J. Hernando
Sánchez, 1994).
O Bierzo, abril
de 2021.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home