EL BIERZO Y LAS COMUNIDADES DE CASTILLA, 1521.
EL BIERZO Y LAS
COMUNIDADES,
Por Javier Lago
Mestre, autor del libro
El Bierzo
Provincial.
En 2021 se
celebró el quinientos aniversario de la revuelta de las Comunidades de
Castilla. Pero las restricciones derivadas de la pandemia impidieron la divulgación
popular de los correspondientes actos conmemorativos. Aún así no podemos
olvidar que la ciudad de León puso obstáculos, tanto a las conferencias
históricas como a la ópera los Comuneros. Todo lo contrario aconteció en
Ponferrada, donde pudimos disfrutar de dicha ópera (septiembre de 2021). Con estas restricciones los políticos
leonesistas demostraron sus actitudes antidemocráticas. Además, criticamos la
pasividad de la historiografía leonesa ante este negacionismo y manipulación
política.
Por lo que se refiere a El Bierzo
histórico, podemos decir que hay poca documentación sobre las repercusiones de
la revuelta comunera. Aún así, no se
puede negar el sentido reivindicativo de los bercianos de principios del siglo
XVI. La provincia berciana estaba formada por importantes señoríos, laicos
(marquesado de Villafranca y Alba de Aliste en Bembibre), monásticos
(Carracedo, S. Pedro de Montes y Espinareda) y obispados (Astorga, Santiago,
Lugo…). Por supuesto estos poderes señoriales ejercían un férreo control territorial,
económico, jurídico e ideológico sobre sus vasallos y feligreses. Poderes
dirigentes que se oponían a las reformas institucionales y antiseñoriales de
los comuneros.
La mayoría social dependiente
comprendía el campesinado con tierras y los jornaleros (viñas, siegas…),
estando sometidos por un régimen jurídico favorable a los privilegiados (foros,
acuerdos de obra de corta duración, etc). La burguesía urbana era escasa, donde
predominaban los artesanos que formaban los gremios. Destacamos la existencia
de concejos como organizaciones de resistencia rural.
Sabemos que los deseos de los
marqueses de Villafranca por controlar el ayuntamiento de Ponferrada. Ante las
protestas locales, el propio rey Carlos I reconoció los derechos ciudadanos a
su autonomía institucional (1522). La actitud territorial expansiva de dichos
marqueses hacia los monasterios supuso resoluciones judiciales contrarias del
Consejo real y de la Audiencia de Galicia. De ahí que los marqueses recurrieran
ante el propio Carlos I, para que favoreciese sus intereses particulares
(1522). Pero las ambiciones de los marqueses se vieron colmadas con la gestión
posterior de las alcabalas de Ponferrada y con la compra de la alcaidía del
castillo.
Los temores de
la alta nobleza gallega a la rebelión comunera se constata en los acuerdos de
Melide (1520), donde estuvieron presentes la condesa de Lemos, el marqués de
Astorga y el conde de Benavente ente otros. Ellos propusieron la defensa del
castillo de Ponferrada al propio rey Carlos I, y este aceptó su refuerzo
militar (marzo de 1521) por ser la porta de Galicia. Pero Ponferrada protestó
expresamente, porque esta villa siempre
está y estará en muy leal servicio de sus majestades. Nuestra villa temía
tener que pagar esos nuevos gastos militares.
La Corona, tras la compra de
Ponferrada (1486), había puesto diversos corregidores para el gobierno de sus
intereses reales en la nueva provincia berciana. Los comuneros mostraron su protesta por los abusos de los corregidores
reales. Ponferrada tenía corregidores que controlaban el regimiento y el
concejo general de vecinos. Esta villa denunció que no se había hecho el
preceptivo juicio de residencia (control administrativo) a su corregidor
(febrero de 1520). En la concesión del corregimiento a Ruy Díaz Cerón, la villa
le denunció por dejar delitos sin castigo y
mala gestión de las cuentas de las penas de cámara (1522).
La política imperial de la Corona de Castilla
supuso un aumento considerable de la fiscalidad real. Tengamos en cuenta que
los bercianos también tenían que pagar otros impuestos, caso de los señoriales,
eclesiales (diezmos) y concejiles. El Bierzo mostró su rechazo a los nuevos
servicios que se fijaban por las Cortes de Castilla. Esto aconteció con los
servicios reales de los años 1520 y 1521. Y
porque a cabsa de se pedir el dicho servicio la dicha tierra está algo
escandalizada y se teme que si la cobranza va adelante se lebantara (…) que no
cobre el dicho servicio porque desta manera la dicha tierra estará pacífica y sin
alteración. La propia marquesa de Villafranca pide que no se cobren los
servicios, demandados por un regidor de León, porque desta manera la dicha tierra estará pacífica y sin alteración.
La villa de Ponferrada alega que siempre
estuvieron con toda la comarca e provincia en la pacificación y leal obediencia
e servicio que a su majestad debemos
(julio de 1521). Textos que se refieren
claramente a resistencias antifiscales en la provincia berciana.
El programa comunero
también fue antiseñorial contra los abusos de la alta nobleza. En El Bierzo
sabemos de las resistencias de los renteros a los pagos en el monasterio de S.
Andrés de Espinareda (1519). De ahí que el Consejo real ordenase al corregidor
de Ponferrada para que asistiesen a los
monjes en la administración de su patrimonio. Otro tanto aconteció con las
protestas campesinas en el monasterio de Carracedo. Sus renteros recurrieron
ante los tribunales contra el pago de los cuartos y quintos por roturación de
montes (años 1523 y 1524), incluso presionaron con la rebelión generalizada en
1512. La parcialidad de la justicia real defendió el secular régimen señorial
que favorecía a sus aliados políticos, a saber, la nobleza laica y
eclesiásticos (monasterios, obispos y párrocos).
La conflictividad social generalizada se
percibe también en la provisión real a las justicias de Galicia y Ponferrada
para que prendan a delincuentes del marquesado de Villafranca y lugares de
Carracedo (1519). La entrada de dicho corregidor en términos del monasterio de
s. Pedro de Montes, en persecución de delincuentes, provoca el rechazo del
arcediano del Bierzo (1521). Finalmente, la derrota comunera tuvo consecuencias
en El Bierzo, algunos hombres se han
puesto y andan a robar por esto puertos y montes, e los caminantes y personan
que pasan. Por eso se demanda la intervención del corregidor de Ponferrada,
y dello han venido noticia e información
al dicho corregidor, y por si fueren de su jurisdicción para poderlos castigar
e tener seguros. Incluso se pretende ampliar la jurisdicción del
corregidor, piden provisión para que
pueda seguirlos en cualquier jurisdicción, incluidos los vecinos
territorios señoriales.
La revuelta comunera tuvo un
protagonismo urbano gracias a la burguesía castellana. Sin embargo, en El
Bierzo las villas eran pequeñas, con escasa burguesía y artesanos, y estaban
controladas por los poderes señoriales. Conocemos la reacción de las dos
principales villas ante la rebelión castellana. Ponferrada estaba
mediatizada por el corregidor real, y ya
en septiembre de 1520 el regimiento prometió obediencia real. Ponferrada
manifestó sus inquietudes al propio Carlos I. Así se suplica a Vuestra Majestad que pues las disensiones son tantas en estos
reinos, todas se remediarán con la venyda de VM venga a ellos lo más presto que
se pudiere, los quales son de calidad que viniendo estarán tan llanos como
quando vyno a ellos y podrán seguir con los que los han levantado y alboratado.
El apoyo de Ponferrada a la Corona propició ventajas posteriores, casos de la
concesión de regidores perpetuos, ferias y mercados, de dos jueces, acuñación
de tarjas, etc. Por su parte, Villafranca, durante la visita real a Galicia
(1520), se manifestó a favor del pronto regreso de Carlos I y la celebración de
Cortes en Castilla. Estos dos poderes locales bercianos, muy intervenidos por
los respectivos oficiales mayores, real y señorial, proponen la resolución del
conflicto comunero con la pronta presencia del rey en Castilla (1520).
En la provincia berciana no conocemos resistencias
militares comuneras. Sin embargo conviene recordar que aquí tuvieron lugar
conflictos armados con los irmandiños medievales, derrotados por los poderes
señoriales. Luego acontecieron las dos revueltas del conde de Lemos (1486 y
1507), y la posterior represión de los marqueses de Villafranca contra los
partidarios del conde de Lemos. A ello hay que añadir las protestas
antiseñoriales que tuvieron lugar en los monasterios bercianos. De seguro hubo
cierto cansancio social ante tanta conflictividad. Además, las relaciones entre
El Bierzo y Castilla y León no fueron fluidas por el aislamiento geográfico.
Todo ello pudo contribuir a la pasividad bélica berciana.
O Bierzo, abril de 2022.
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