SOBRE EL REFRANERO GEOGRÁFICO DE EL BIERZO.
SOBRE EL
REFRANERO GEOGRÁFICO DE EL BIERZO.
Por Javier Lago
Mestre, autor del libro El Bierzo Provincial.
La región
berciana está formada por numerosas localidades (ciudad, villas, aldeas,
lugares, barrios, etc). Este variado poblamiento se ha fundamentado en el
peculiar régimen señorial que se asentó en los siglos medievales y modernos.
Como es lógico, estas localidades compitieron entre sí por la propiedad de sus
bienes concejiles (tierras, bosques, pastos, fuentes…), la preferencia en actos
festivos (romerías, rogativas…), poder económico, prestigio institucional, etc.
Seguidamente compilaremos diversas manifestaciones orales de las competencias
interlocales.
La economía de subsistencia daba origen a disputas
entre vecinos por las migajas de la miseria generalizada. “Si vas a Toreno,
guarda la alforja y el perro. Si vas a Librán, guarda la alforja y el pan”. Más
fuerte era el caso de “San Pedro de Trones, corentea vecinos, cinquenta
ladróns”.
Durante siglos
imperó la ideología religiosa de carácter católico. El refranero recoge el
maniqueísmo propio del cristianismo. “Gente de Los Barrios, gente de los
diablos matan a los bueyes y aran con cristianos”. Los propietarios vinateros
eran mal vistos por los jornaleros ante los abusos que sufrían durante los
períodos de poda, cava y recolección.
El Bierzo es una región periférica, aislada por
altas sierras, y formada por numerosos valles separados por cordales. “Seamos
de Primou, onde o sol nunca entrou, e unha vez que entrou nos pasmou”. Aislamiento
que es visto por los de fuera como un condicionante negativo del carácter colectivo.
Es el caso de La Cabrera, “Saceda, Noceda, Castrillo y Marrubio, cuatro lugares
que Cristo no anduvo”.
RIVALIDADES CON
LAS VILLAS.
Es fácil imaginar la competencia que surgía entre
los pueblos y las villas. Había recelos mutuos en los temas comercial,
judicial, fiscal, etc. Las villas ejercían la jerarquía administrativa sobre
sus aldeas dependientes. ”Aunque somos de Noceda y gastamos canilleiros, cuando
vamos a Bembibre bien que nos miran para ellos”. Noceda dependió del monasterio
de S. Isidoro de León y pasó a realengo, tuvo numerosos pleitos con su centro
comarcal, Bembibre. De los abusos de la villa señorial nace la expresión, “De los
de Bembibre que Dios nos libre, y los de San Román por ahí se van”.
Otro tanto acontece con las
disputas dialécticas entre Villafranca y los pueblos de su contorna.
“Vilafranca a xente franca, Columbrianos os marranos, Fontesnovas os raneiros,
A Válgoma pellexeiros, Cortigueira matiegos, os de Coto cutarales, os de
Cabanas cocheiros”. La capital del Burbia centralizó la vida comercial,
administrativa, etc del amplio marquesado, hasta los confines de La Cabrera y
Valdeorras, durante el llamado Antiguo Régimen.
Y
no podemos olvidar el caso de Ponferrada. Durante siglos la capital de la
provincia disputó con las 13 aldeas de su alfoz, además de con las localidades
vecinas por cuestión de lindes, y ejerció el centralismo realengo sobre todo El
Bierzo. De esos conflictos surgió por ejemplo, “Ponferrada se quema, Molina
llora porque no se ha quemado la villa toda”.
Las
históricas competencias entre Villafranca y Ponferrada se basaban en ser
capitales del marquesado señorial y de la provincia realenga, respectivamente,
“Villafranca marquesal, Ponferrada real”. Además, sus élites políticas
fomentaron la lucha por la capitalidad provincial en el siglo XIX. El pasado
histórico de ambas villas fundamentó sus privilegios. Caso de los fueros de
Villafranca (en 1192 por Alfonso IX) y la provincia de El Bierzo o de
Ponferrada por los Reyes Católicos (1486). De ahí la referencia satírica a sus
escudos municipales, “Villafranca de león capado, Ponferrada coronado”. A nivel
popular era frecuente diferenciar entre los señoritos (de señoriales), a los de
Villafranca, mientras los de Ponferrada eran calificados de realistas.
De las refriegas dialécticas entre El Bierzo y León
encontramos otra serie de ejemplos. En el propio refranero leonés localizamos,
“Si Coyanza castellana, y El Bierzo gallego son, y la montaña asturiana ¿Qué le
dejas a León?”. Clara muestra ésta de que, desde León, reconocen la galleguidad
de El Bierzo. Por otra parte, la geografía montañosa berciana provoca la
diferenciación, “de León, al otro lado”, de los puertos de Foncebadón y
Manzanal. Más expresivo de los piques resulta, “amigo de León, tuyo sea, que
mio non”. Las diferencias lingüísticas surgen en “O Bierzo galegón, leonés
falón”, en referencia al idioma gallego y las falas leonesas. Las simbologías
respectivas ya han estimulado el imaginario popular, “O Bierzo e León,
cadaquén, cadansúa bandeira”. La competencia entre las dos banderas es clara en
“León con su pendón, El Bierzo cruceiro”. Todo el sentir colectivo queda
resumido en “El Bierzo y León, diferentes son”.
O Bierzo, abril de 2022.
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